TEMA
8. EVOLUCIÓN Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA
1. FUENTES PARA EL ESTUDIO DE LA POBLACIÓN.
Llamamos población
al conjunto de personas que habitan de forma estable y de manera continuada en
un territorio. Las relaciones entre la población y el espacio que habita son el
objeto de estudio de la geografía de la población. Esta se apoya en ciencias
como la demografía, que analiza cuantitativamente la población desde diferentes
perspectivas: su cantidad, su evolución y dinámica natural (natalidad y
mortalidad), su estructura (división por sexos, edad, dedicación laboral…), su
distribución y movimientos en el espacio (densidad, movimientos migratorios…)…
La demografía utiliza diversas fuentes de información, que
podemos dividir entre históricas y modernas.
· Las fuentes demográficas históricas
son las anteriores a los censos del siglo XIX. Son fuentes incompletas, poco
precisas y no muy fiables. Entre ellas destacan los llamados libros de fuegos
(recuentos del número de hogares durante la Edad Media); los registros
parroquiales, que anotaban nacimientos, bautizos, matrimonios y defunciones; y
los censos históricos: De Quintanilla (1492), de Aranda (1768), de
Floridablanca (1787) y de Godoy (1797).
· Las fuentes demográficas modernas
son las que arrancan del siglo XIX. Entre ellas cabe destacar:
*LOS CENSOS. Son documentos realizados
por el Estado, concretamente por el INE (instituto Nacional de Estadística),
que recogen datos demográficos, económicos, sociales y culturales del conjunto
de la población de un país. Estos datos tienen un carácter estático, es decir,
se refieren al momento en que se realiza el documento y no se modifican hasta
el siguiente censo. Entre ellos destacan el total de población, el sexo, la
edad, el estado civil, el lugar de nacimiento, la nacionalidad, el nivel de
instrucción, las características económicas y culturales, la vivienda…
Los primeros censos con cierta fiabilidad en España se remontan al siglo XVIII (Aranda,
Floridablanca, Godoy), pero no fue hasta 1857 cuando se comenzaron a realizar
de manera seriada. En el siglo XX se realizaron cada diez años, los terminados
en 0, pero desde 1981 se hacen en los años terminados en 1.
El último Censo realizado, en 2011, se denominó Censo de
Población y Vivienda, y se elaboró de manera distinta utilizando una nueva
metodología. Antes los datos se recopilaban a través de un cuestionario que los
agentes censales entregaban casa por casa, pero en 2011 se utilizaron los datos
que ya existían de otras fuentes, sobre todo el Padrón Municipal de Habitantes,
a los que se sumaron los datos procedentes de una gran encuesta realizada por
muestreo entre el 10 y 12% de la población.
*EL PADRÓN MUNICIPAL DE HABITANTES. Es
un registro, cuya realización y mantenimiento depende de los ayuntamientos,
donde constan los vecinos de un municipio. Recoge información demográfica menos
detallada que el Censo: nombre y apellidos, edad, sexo, domicilio habitual,
lugar y fecha de nacimiento, nacionalidad…
Antes tenían un carácter estático, pues se realizaban cada
cinco años en los años terminados en 5 y
en 0, hasta 1986 donde se comenzaron a elaborar en los años terminados en 6 y
en 1. Sin embargo, la posibilidad de tratar los datos informáticamente ha hecho
que el Padrón sea un documento actualizado casi a diario, que registra
nacimientos, defunciones, cambios de domicilio…
El INE hace públicos los datos una vez al año, a fecha 1 de
enero, en lo que se llama la revisión del Padrón Municipal e habitantes.
Además, los Padrones sirven de base a los ayuntamientos para gestionar los
impuestos municipales y son la base para crear los Censos Electorales.
*EL REGISTRO CIVIL. Se creó en 1870 y
lo gestiona el Ministerio de Justicia. Recoge los nacimientos, defunciones y
cambios en el estado civil. Con sus datos el INE elabora los datos estadísticos del movimiento natural
de la población.
* OTRAS FUENTES demográficas son las estadísticas, elaboradas por el INE,
que recopilan datos de diversas fuentes; y las encuestas, que ofrecen información basada en muestreos
estadísticos, destacando la Encuesta de
Población Activa (EPA), que analiza la evaluación del mercado laboral
trimestralmente, las encuestas de
migraciones… Gran interés tienen
también los Anuarios Estadísticos.
2. LOS EFECTIVOS DEMOGRÁFICOS Y SU
EVOLUCIÓN.
2.1. La
población española antes del siglo XX
España
entra en el siglo XIX con un régimen demográfico antiguo: Altas y sostenidas tasas de natalidad, cercanas al 40‰; una elevada e irregular mortalidad, superior al 30‰, un crecimiento vegetativo muy débil y una pobre esperanza de vida entre los 33 y
los 35 años. Otros hechos característicos eran la elevada mortalidad infantil (en torno al 50‰) y la mortalidad catastrófica, relacionada
con las hambrunas provocadas por la pérdida de cosechas, las epidemias y las
guerras (independencia, carlistas, coloniales…) En estas condiciones, a
momentos de crecimiento le seguían otros de retroceso, sobre todo cuando se
dispara la mortalidad catastrófica.
Las causas
que explican las altas tasas de natalidad
son el predominio de una economía y sociedad tradicional, en la que los
hijos eran mano de obra que ayudaban a sostener la economía familiar y debían
sostener a los padres en su vejez, además de la inexistencia de sistemas
eficaces de control de la natalidad.
Por su parte, las causas que explican las altas
y oscilantes tasas de mortalidad son las miserables condiciones generales
de vida, responsables de una alimentación inadecuada que debilita el organismo
y lo sobreexpone a la enfermedad y a la muerte; las malas condiciones
médico-sanitarias y las pésimas condiciones higiénicas (carencia de los
servicios de agua potable, alcantarillado, recogida de basuras…)
Aunque
tarde, España experimentará a principios del siglo XX el fenómeno de la transición demográfica, pasando del
régimen demográfico antiguo al moderno: En 1900
las tasas de natalidad y mortalidad se mantenían muy altas, mientras la
esperanza de vida era muy baja, elementos propios de una demografía tradicional.
En 1980 se había más que duplicado
la esperanza de vida y España llegó a tener tasas de natalidad y mortalidad de
las más bajas del mundo, entrando en una situación de crecimiento cero.
En líneas
generales España mantuvo un alto ritmo
de crecimiento durante todo el siglo XX, duplicando su población entre 1900
y 1980, pero en la evolución de la población española desde 1900 podemos
distinguir dos periodos: la primera mitad del siglo XX y desde 1950 hasta la
actualidad. (Ver gráfico 1)
2.2. Evolución en la primera mitad del siglo XX (1900-1950)
Hasta
finales del XIX el crecimiento de la población española fue lento debido al
moderado descenso de la mortalidad y a que existieron fuertes corrientes
migratorias a América. Sin embargo, la primera mitad del XX se caracteriza por
un alto ritmo de crecimiento. Esto
se explica por situarnos entonces en la primea
fase de la transición demográfica, donde la mortalidad cae
significativamente y la natalidad sigue alta.
(Gráfico 2)
La
caída de la mortalidad se debió a la mayor disponibilidad de alimentos (gracias
a la revolución agraria y de los transportes) y la mejora de las condiciones
higiénicas y sanitarias, que permiten una reducción drástica de la mortalidad
infantil, pese a que se dieron episodios de mortalidad catastrófica: gripe de
1918, Guerra de Marruecos, Guerra Civil…
La
neutralidad española durante la primera Guerra Mundial favoreció el despegue
económico: desarrollo de la industria estimula el éxodo rural, lo que significa un descenso de la población rural
y el crecimiento urbano. Es a partir de entonces cuando se rompe el equilibrio tradicional
entre el campo y la ciudad. En 1910, la población rural española era casi del
50% y en 1970 eran ya de sólo el 22'%. Esto influirá en la dinámica natural de
la población, porque la población urbana presenta menores tasas de natalidad,
pero sobre todo, de mortalidad.
2.3.- Evolución desde la segunda mitad del siglo XX
En la
segunda mitad del XX alcanzamos el
actual régimen demográfico, caracterizado por bajas tasas de natalidad y mortalidad y un bajo crecimiento vegetativo. En esta fase distinguiremos a su vez
tres etapas:
2.3.1.-
Desde los cincuenta a los setenta. La mortalidad sigue bajando
mientras la natalidad sigue alta, (sociedad todavía muy tradicional). A
principios de los 60 se produce el Baby
boom español, relacionado con la mejora económica tras el fin de la
autarquía y el desarrollo industrial del país. Sin embargo, el incremento de la
natalidad no se tradujo en un crecimiento real de la población debido a la
fuerte corriente migratoria de españoles a países europeos que resto efectivo
poblacionales.
2.3.2.-
Desde 1970 a 2007 Entramos en el Nuevo
Régimen demográfico debido al estallido de la Crisis del Petróleo
(1973) y el inicio de la transición democrática. Amos hechos provocan una
fortísima bajada en la tasa de natalidad,
que llega a ser, en los años 90, de las menores de Europa y hace que la tasa de
hijos por mujer quede lejos del nivel de
reemplazo generacional (2,1).
Las causas que explican esta drástica reducción de la natalidad son diversas:
Crisis del Petróleo, progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral,
despenalización de los anticonceptivos, disminución de la influencia religiosa,
aumento del nivel de vida y cultural, cambio de mentalidad de la sociedad
española y el diferente significado económico de los hijos.
Por
su parte, la mortalidad se mantiene
en tasas bajas durante este período, si bien desde 1.981 ha aumentado
ligeramente debido al envejecimiento de la población, pasando de cifras inferiores
al 8‰ a 9,8‰ en 2007. Las causas de la mortalidad general han cambiado:
disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y aumentan las
llamadas “tres c”: enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes de
carretera. (ver gráfico 3)
La
baja mortalidad no impide que durante las décadas de los 80 y 90 el crecimiento vegetativo o natural en
algunos años sea negativo. Este llegó a ser de sólo el 0,9‰, pero se recuperó
por el efecto que la inmigración de extranjeros, que contribuyó a aumentar la
tasa natalidad y disminuir la de mortalidad.
Fenómenos migratorios como
el retorno de nuestros emigrantes desde finales de los 70 y el comienzo de la
inmigración en la década de los 90, explican que en esta fase haya un crecimiento
global de la población: En 1970 había en España 34 millones de personas y en
2011 se sobrepasaban los 47 millones.
Los
años entre 2001-2007 son los de más importante crecimiento de toda nuestra
historia gracias a la inmigración, ya que el crecimiento vegetativo siguió bajo,
pese a que se frena la tendencia a la caída de la tasa de natalidad,
especialmente por el diferente comportamiento natalicio de las mujeres
inmigrantes.
2.3.3.-
Desde 2007 hasta la actualidad
Desde
2008, debido a la crisis, los comportamientos demográficos vuelven a variar y
el crecimiento se desacelera. La inmigración se reduce, mientras que rebrota la
emigración (tanto por el retorno de inmigrantes, como por los jóvenes
españoles). Por otra parte la tasa de natalidad de las inmigrantes comienza a
acercarse a la de las españolas. Además, la crisis hace que se desplome la
natalidad, e incluso ha provocado un pequeño repunte de la mortalidad. Todo
ello hace que volvamos al crecimiento cero. De hecho, la población de
España disminuyó en 2012.
2.4. Perspectivas de futuro.
El crecimiento vegetativo se
mantendrá a niveles bajos. Sólo una profunda debacle económica-social o podría
propiciar una elevación sustancial de la mortalidad, por lo que está tasa se
mantendrá baja o aumentará levemente debido al envejecimiento de la población. La
de natalidad también es previsible que se mantenga en niveles bajos o muy bajos
mientras se prolongue la crisis económica.
Los
movimientos migratorios son una incertidumbre. Las altísimas tasas de paro
provocadas por la crisis económica hace que se haya frenado la recepción de
inmigrantes, mientras que se multiplican los retornos y aparece una modesta
salida de españoles, en muchos casos con alto nivel académico.
3.
LA DENSIDAD Y LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL.
3.1. Evolución de la distribución.
A partir
del siglo XVIII cambió la tendencia
de la distribución espacial en España. Hasta entonces las regiones más pobladas eran las del norte y levante, mientras se
mantenía el predominio de la población
rural frente a la urbana. Pero desde
el siglo XIX se inicia un proceso de progresiva
pérdida de población en el interior –a excepción de Madrid- y el mundo rural y de aumento poblacional
de la periferia y el mundo urbano, fenómeno que continua en la actualidad.
Entre las causas del fenómeno podemos señalar la industrialización en Cataluña,
País Vasco y Asturias o las altas tasas de natalidad de Andalucía y Galicia.
Entre 1900-1970 se acentúa el
desequilibrio demográfico entre el interior y el exterior. En ello tuvieron
mucho que ver los movimientos migratorios internos, que se produjeron en dos
fases:
*Entre 1900-1950 la población tiende a abandonar las zonas
rurales para desplazarse hacia las capitales de sus provincias que,
de esta manera, comienzan a crecer de manera notable.
*A partir de los años 50 la migración interna sale tanto de
zonas rurales como de capitales, y se dirige hacia las provincias más
desarrolladas del país: Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao... Así, entre
1950-1970 casi todas las provincias españolas acabaron teniendo saldos
migratorios negativos.
El
resultado de este fenómeno creará en España dos zonas totalmente diferenciadas:
· Las provincias
costeras, con economías más diversificadas y ricas (industria, turismo,
servicios…) que presentan un mayor crecimiento demográfico, sobre todo desde
los años 50.
· El interior peninsular,
que se convierte en un espacio poco habitado y con grandes vacíos demográficos, sobre todo en la zonas rurales. Sólo se salvan
las capitales regionales.
Desde 1970 no
cambia sustancialmente la tendencia. Así, el interior sigue perdiendo peso
demográfico, pero este fenómeno también comienza a afectar al norte peninsular
(País Vasco, Asturias, Cantabria y Galicia), que al envejecimiento demográfico
une los efectos de la severa crisis industrial, iniciada en 1973.
Por contra, Madrid, Levante, Andalucía, Murcia y Canarias
siguen creciendo gracias a una población joven con altas tasas de natalidad y
al retorno de los emigrantes españoles desde Europa.
Actualmente
podemos establecer varias características
generales en la distribución de la población:
· Aumento generalizado de la densidad de población. La
densidad media para España es de 93 hab/Km2 (inferior a la media de
la UE), pero con grandes diferencias
entre comunidades y provincias.
· Fuerte contraste entre un litoral fuertemente poblado
y un interior semivacío. Prueba de ello es que casi la mitad de la población
española se concentra en sólo 4 CC.AA: Andalucía, Cataluña, Madrid y Valencia. En
la España interior hay grandes zonas con densidades por debajo de los 20 hab/Km2,
mientras en las zonas costeras suelen superarse los 100 hab/km2.
Finalmente, las densidades son muy elevadas en las áreas metropolitanas.
· Concentración en áreas urbanas frente
al despoblamiento de las zonas rurales. Fue
consecuencia del éxodo rural, aunque el fenómeno más reciente es el fuerte
crecimiento de las zonas aledañas a las mayores metrópolis (Madrid,
Barcelona…), por el “desbordamiento”
de las mismas.
·
Fuertes
densidades en la periferia, sobre todo en la costa mediterránea
y las principales islas que desde los años 80 tienen
un nivel de crecimiento mayor que la costa cantábrico-atlántica.
·
Progresivo
vacío del interior, donde hay numerosos municipios por debajo de los 10 habitantes
/km2. No obstante aparecen algunas áreas con municipios de elevadas densidades
como Madrid y su entorno y los ejes del Ebro y del Guadalquivir
(Bailén-Andújar-Córdoba-Sevilla).
4. LOS FACTORES EXPLICATIVOS DE LA DENSIDAD Y
LA DISTRIBUCIÓN.
Factores como el
clima (más duro en el interior) y el relieve (sobre todo las zonas montañosas)
influyen en la distribución de la población, pero son los factores
socioeconómicos los que más pesan a la hora de explicar las diferencias en la
distribución.
Hasta el siglo
XVIII, debido al dominio de la actividad agraria, el interior estaba más poblado,
pero a partir de ahí cambia la tendencia: la industria y los servicios ganan
importancia y la población se desplaza a la costa. A partir de los 60 se
consolidó esta tendencia a la concentración en la periferia, con las
excepciones de Madrid y los valles del Ebro y del Guadalquivir. También
los factores demográficos influyen en la distribución.
El interior, con una población envejecida y víctima de la emigración, tiene menor
crecimiento natural, frente a un litoral de población más joven y receptor de
emigrantes, que crece más.
El desigual reparto
espacial de la población española tiene que ver con los notables contrastes que
pueden observarse entre diferentes espacios geográficos. Veamos las causas que
lo explican en cada caso.
·
Oposición costa – interior.
Varios factores explican esta oposición:
o La
revolución agraria e industrial, con
la mecanización, genera paro en el medio agrario –sobre todo en zonas de
cultivo herbáceo del interior- e impulsa el éxodo rural.
o La
industria, factor decisivo en la revolución
demográfica, se asentará desde el principio preferentemente en la costa (Cataluña, País Vasco, Asturias,
Málaga…).
o Determinadas
decisiones políticas del franquismo, privilegiando industrialmente unas zonas
de España sobre otras, también han contribuido al actual diseño de la
distribución de la población.
o Al
vacío del interior contribuyó también la consolidación
del transporte marítimo como el gran medio para el intercambio de
mercancías, lo que favorece la actividad comercial en zonas costeras.
o Lo mismo pasará con el turismo desde los años 60,
que se asienta sobre todo en el litoral mediterráneo y los dos
archipiélagos.
o En
algunas zonas costeras mediterráneas las buenas condiciones climáticas han
impulsado una agricultura intensiva
de alto valor (huertas de Valencia y Murcia, cultivos bajo plástico en el
levante almeriense, sector de la fresa onubense…) que ha atraído importantes
flujos de inmigrantes.
o La
excepción de Madrid se explica por su capitalidad y centralidad.
·
Oposición población
rural y población urbana.
Las ciudades españolas
de más de 100.000 habitantes no ocupan ni el 3% del territorio, pero concentran
al 40% de los habitantes del país. El poder de atracción de la ciudad se basa
en que ofrece mayores posibilidades de empleo, mejores servicios y
comunicaciones, mayores posibilidades culturales y de ocio…. Por eso, a medida
que nos alejamos de las ciudades grandes y medias, se observa un decrecimiento
progresivo de las densidades de población y, por el contrario, las grandes
ciudades han ido creando importantes áreas metropolitanas y conurbaciones. Ello
evidencia que las áreas urbanas crecen más rápidamente que las rurales.
Paralelamente, la pérdida
de importancia de la actividad agraria ha impulsado el éxodo rural, por el que la población se ha desplazado y concentrado
en torno a los focos de la industria y los servicios.
Junto a la
actividad económica, un factor muy importante en la distribución de la
población en cada provincia ha sido la capitalidad administrativa, establecida
en 1833 con la división provincial.
·
Oposición Llanuras
y montañas.
Las áreas llanas
presentan mayores densidades que las montañosas. Ello se debe a que las áreas
de montaña han estado tradicionalmente menos pobladas y a que fueron más
afectadas por el éxodo rural.
·
Oposición Norte y
Sur en el interior.
Dentro del interior
peninsular, las densidades de población son más bajas en la mitad norte que en
la mitad sur. En el norte existen un gran número de pueblos y municipios de
pequeño tamaño. Sin embargo en el sur, el tamaño de los municipios es mayor, lo
que ayuda a explicar una gran resistencia al despoblamiento, ya que ofrecen más
cantidad de servicios y mayor calidad de vida. Hay pues, un fuerte contraste
entre los municipios rurales de Castilla La Mancha y Andalucía, grandes y
dinámicos, y los de Castilla y León, el interior de Galicia o Aragón. Estos
contrastes también tienden a reproducirse en la costa: La franja litoral
cantábrica es mucho menos dinámica que la mediterránea.