sábado, 11 de febrero de 2017

TEMA 12

TEMA 12: EL ESPACIO RURAL
1.     Los condicionantes de la actividad agraria en España.
El espacio agrario es el resultado de la acción del hombre sobre el medio natural, pero en su formación intervienen tanto factores físicos como humanos.
1.1. FACTORES FÍSICOS.
Aquellos relacionados con la naturaleza que permiten, limitan o condicionan la actividad agraria. Son:
a) EL RELIEVE. Facilita o dificulta la práctica agrícola, por ello se aprecia una gran relación entre el mapa de relieve y el de aprovechamientos agrarios. El relieve condiciona el espacio agrario mediante:
  La altitud. Hace descender la temperatura. La altura presenta dos dificultades para los cultivos: Aumenta el riesgo de heladas y crea suelos de mala calidad. Por eso las mejores tierras son las llanuras por debajo de los 200 m. Sin embargo, sólo el 11% de la superficie española cumple esa condición, ya que gran parte importante de la Península la ocupa la Meseta, cuya elevación acentúa la continentalidad.
  La orientación. Las solanas son mejores para el cultivo que las umbrías, ya que éstas, al poseer menores temperaturas aumentan el riesgo de heladas. Igual ocurre con las laderas expuestas al viento, ya que éste extrema las condiciones térmicas y favorece la evaporación.
  La topografía. Las pendientes pronunciadas producen problemas para la actividad agraria. Entre ellos:
   De mecanización, ya que dificultan o impiden el uso de maquinaria agrícola.
   De riego, ya que exigen infraestructuras más complejas y provocan un desigual reparto de la misma.
   De mala calidad y pérdida de suelo. El agua de arroyada arrastra el suelo fértil y favorece la erosión.
   De disposición de cultivos: reciben menos radiaciones solares o éstas se distribuyen irregularmente.
La accidentada topografía de una buena parte de España propicia la existencia de estos problemas.
b) EL SUELO  Es la capa más superficial del terreno, formada por materia inorgánica (sales minerales) y materia orgánica en descomposición o humus. En España los suelos silíceos (tierras pardas, rankers), los grises y los volcánicos suelen tener poca aptitud agrícola, al contrario que los pardos calizos, los rojos mediterráneos y las tierras negras arcillosas que suelen ser buenos para la agricultura. Por otro lado, nuestros suelos sufren problemas como la pérdida de fertilidad derivada de las prácticas agrícolas intensivas, la salinización y, sobre todo, la erosión, que provoca el arrastre y pérdida de materia orgánica.
c) EL CLIMA. Influye sobre los cultivos a través de temperaturas y precipitaciones, pero también de vientos, nubosidad y la frecuencia con la que se den fenómenos atmosféricos adversos como las heladas.
Sobre todo el clima mediterráneo presenta mucha irregularidad, siendo frecuentes las heladas, olas de calor, sequías…, que influyen negativamente sobre la actividad agraria. La elevada temperatura y aridez estival son muy exigentes para las plantas, de ahí que se adoptara la trilogía de cultivos mediterráneos e impusiese la implantación del regadío para contrarrestar los efectos de la aridez estival.
d) LA VEGETACIÓN. Protege los suelos de la erosión, pero a menudo se elimina para ampliar la ocupación agrícola; otras veces sólo se preserva el sustrato herbáceo para aprovechamiento ganadero o se hace un aprovechamiento integrado de suelo, pastos y arbolado, dando lugar a paisajes como la dehesa.
1.2. FACTORES HUMANOS.
Son los responsables de la organización y usos del espacio agrario, así como de las condiciones económicas, técnicas..., en las que la actividad se desenvuelve. El espacio agrario también acusa la influencia de los factores históricos sobre los que se han formado y pervivido las estructuras agrarias.
a) Condicionantes históricos.
Roma hace la primera ordenación agraria de España, basada en la trilogía mediterránea y el Latifundio. Posteriormente, los musulmanes darán más importancia al regadío y la producción de frutas y hortalizas.
La Reconquista y repoblación cristianas iniciarán dos procesos de claras repercusiones:
1. La coexistencia en el uso de la tierra de aprovechamientos cerealistas y ganaderos, y 2. Un nuevo sistema de posesión de la tierra, responsable de grandes desigualdades sociales en el pasado y base de la consideración de la tierra como problema, que estará vigente hasta mediados del XIX.
b) Condicionantes sociales y económicos.
Propiedad, explotación y régimen de tenencia son elementos básicos de la estructura agraria. Influyen en la conformación del paisaje y la forma de ocuparlo y usarlo.
b1 .El régimen de propiedad de la tierra.
La dominante en España es la propiedad privada, con una gran dualidad: muchos pequeños propietarios, que posee poca tierra, frente a pocos grandes propietarios que concentran mucha.
A este problema estructural se añade el del exceso de parcelación: enorme fragmentación de la tierra en multitud de parcelas que es un inconveniente para la explotación.
Geográficamente existen diferencias en cuanto al tipo de propiedad. El minifundismo es dominante en la mitad norte, Levante y la franja mediterránea; mientras los latifundios dominan en el sur.
Este contraste tiene sus raíces en los procesos históricos de ocupación del territorio y su evolución. Históricamente existieron tres tipos distintos de propiedad: colectiva, estamental y particular.
La propiedad colectiva era aquella cuya titularidad correspondía a villas y municipios. Estas tierras se reservaban para el aprovechamiento colectivo (bienes comunales), o se dividían en lotes que se arrendaban a particulares para obtener dinero y atender las necesidades de la villa (bienes de propios).
Las tierras de la Iglesia y la nobleza constituían la propiedad estamental. Nobles y eclesiásticos no podían enajenar o vender sus tierras, por lo que se decía que estos bienes estaban en manos muertas, lo que redundaba en la escasez de tierra para los particulares y su encarecimiento.
Sólo en el siglo XIX se puso fin a esta situación mediante las Desamortizaciones. La primera, la de Mendizábal, supuso la incautación de fincas del clero y su venta a particulares. La civil, o de Madoz, supuso la privatización de las tierras comunales de los municipios españoles.
Las desamortizaciones provocaron el traspaso de gran cantidad de tierra de propiedad colectiva a manos de particulares, pero reforzaron la gran propiedad, pues -por lo general- los compradores fueron grandes propietarios. Además, la desamortización civil privó a los municipios de su patrimonio comunal.
La abolición del mayorazgo y la supresión  del régimen señorial permitieron que los bienes de la nobleza se rigiesen por las leyes sucesorias normales y comenzaran a fragmentarse por herencia, aunque conservando su condición de latifundios.
El resultado de todos estos procesos fue una concentración notable de la propiedad y, como los vecinos habían perdido sus tierras públicas y a finales del XIX la población iba en aumento, creció el número de jornaleros. La desigualdad en la distribución de la tierra estuvo en la base de la conflictividad social y de las demandas de reforma agraria, que el intento de la Segunda República no pudo resolver.
b2. El régimen de explotación de la tierra.
La explotación agraria –al igual que la propiedad- también se caracteriza por la dicotomía entre minifundios y latifundios. El Censo Agrario de 2009 indica que más de la mitad de las explotaciones agrarias son minifundios de menos de cinco hectáreas, y que las explotaciones de extensión superior a 300 hectáreas, representan tan sólo un 1%, aunque concentran una cantidad considerable de tierra.
Desde los años 60 el número de explotaciones ha decrecido en un proceso paralelo al éxodo rural, que ha provocado la desaparición de parte de las más pequeñas y su incorporación a otras más grandes, razón por la que ha aumentado levemente el tamaño medio de las explotaciones.
La clasificación de las explotaciones en minifundios, latifundios o explotaciones de tamaño medio no está del todo justificado, pues cada vez importa más la rentabilidad económica que el tamaño, ya que explotaciones muy grandes pueden ser poco rentables y otras de tamaño medio o reducido pero de carácter intensivo pueden generar grandes ingresos.
b3) El régimen de tenencia de la tierra.
En cuanto a tenencia de la tierra distinguimos entre régimen de explotación directa y de explotación indirecta. La explotación directa es aquella en la que el titular de la explotación es propietario de la tierra. La indirecta resulta cuando el titular de la explotación y el propietario de la tierra no son la misma persona. En estos casos, el propietario cede la tierra para su explotación en régimen de arrendamiento, o aparcería.
El arrendamiento, es un alquiler y se establece mediante el pago de una renta en metálico o en especie, con independencia del resultado de la cosecha.
La aparcería es una sociedad, en la que el dueño aporta la tierra y el aparcero, el trabajo. A veces los gastos se satisfacen a medias y, siempre, los beneficios se reparten en la proporción establecida.
Estos regímenes tuvieron antaño gran vigencia, pero hoy se tiende al aumento de la explotación directa, el mantenimiento del arrendamiento y reducción de la aparcería, hecho vinculado al éxodo rural.
2.      USOS Y APROVECHAMIENTOS AGRARIOS.
Existe una relación directa entre los mapas de cultivos y aprovechamientos y los componentes del medio geográfico, especialmente clima y relieve. Del total de la superficie española, el 90% tiene utilidad agraria. De ella, más de 1/3 corresponden a superficie de cultivo.
2.1 Usos agrarios del suelo
    · Las tierras cultivadas se concentran en tres grandes áreas: las cuencas interiores de la Meseta, las depresiones exteriores y el litoral mediterráneo. Las depresiones Bética y del Ebro son de gran aptitud agrícola, siendo la Bética la que presenta mejores suelos. La franja del litoral mediterráneo destaca por la importancia económica de sus regadíos y, dentro de ellos, los cultivos forzados y subtropicales.
   ·  Praderas y pastizales  Suponen unos 10 millones de has., aunque disminuyendo en las últimas décadas. Están muy relacionadas con el clima, el relieve y la calidad de los suelos, por eso se extienden por zonas de montaña media y las penillanuras del oeste peninsular. Es la Iberia silícea. Sobre ella se asienta la ganadería tradicional (ganadería extensiva atlántica, dehesas del interior…)
   · Terrenos forestales. Suponen unos 19 millones de Has., concentradas en zonas de montaña, debido a que éstas no son aptas para la agricultura, al abandono de los usos agrícolas tradicionales y a la repoblación forestal. Están dedicadas al aprovechamiento maderero y otros (caza, espacios protegidos...).
2.2. Cultivos y aprovechamientos.
 · Los cultivos extensivos. En cuanto a superficie ocupada destaca la trilogía mediterránea (Trigo, Olivo y Vid) y la cebada. El trigo ha dejado de ser el más extendido en beneficio de la cebada. También ha aumentado el maíz y el arroz (Albufera de Valencia, Delta del Ebro y marismas del Guadalquivir). Las leguminosas tienen su mayor producción en las dos Castillas,
· Hortalizas. Destacan en Galicia y Aragón, pero sobre todo en las huertas tradicionales de Valencia, y Murcia, extendiéndose por Almería con cultivos bajo plástico, siempre en regadío.
· Cultivos leñosos. Frutales. Destacan los cítricos, en Valencia y Andalucía, pero también otros frutales en Cataluña.. El Olivar tiene en Andalucía su mayor extensión apoyada en las ayudas de la PAC. Se ha incremento el olivar regado. El viñedo se concentra en La Mancha, pero también en los marcos de La Rioja, Riberas del Duero y del Guadiana, Montilla-Moriles, Jerez... El almendro en Andalucía, levante y Aragón.
 · Los cultivos industriales. Casi siempre en regadío, destacan el girasol (Cuenca y Sevilla), la remolacha (Cuenca del Duero y Sevilla), el algodón en Andalucía y, en menor medida, el tabaco (Cáceres y Granada)...
· Cultivos forrajeros Presentes preferentemente en las zonas húmedas por la abundancia de ganadería.
 ·La ganadería. El modelo actual es de alta productividad. El ganado bovino abunda en el norte y mitad oeste peninsular. El ovino, presente en toda la España interior, está revitalizándose como animal de carne. El caprino, que había tenido un gran retroceso, se ha recuperado algo en relación con la elaboración de quesos (mitad sur de la península). El porcino es el más numeroso. Convive el de la dehesa y el estabulado, destacando Cataluña, Aragón, Murcia, Badajoz…,. También las granjas de pollos y conejos han prosperado.
· Los aprovechamientos forestales. Ocupan 16 millones de has., pero sólo representa el 3% de la producción final agraria, con máximos en Galicia y País Vasco.  Nuestros bosques están muy degradados, sobre todo por los incendios forestales. De ellos se obtiene madera (la mitad en Galicia), pasta de papel, corcho. Además: caza, turismo rural. A menudo los espacios forestales están ligados a espacios protegidos.
3. LA INFLUENCIA DE LA POLÍTICA AGRARIA COMÚN.
La Política Agrícola Común (PAC) es un instrumento de la U.E. que se centra en la organización y coordinación de las políticas agrícolas de sus países miembros, así como en generar subsidios e inversiones para estimular y ayudar al sector agrícola. Para el periodo 2014-2020 se mantiene su importancia y se deja a cada país un mayor margen para decidir el reparto de los fondos.
Sus objetivos iniciales fueron: a) Aumentar la productividad. b) Asegurar un nivel de vida digno a la población agraria. c) Estabilizar los mercados. d) Garantizar el aprovisionamiento. e) Asegurar precios razonables a los consumidores.
Posteriormente se hará hincapié en a) el cuidado de medio ambiente, b) sanidad animal y c) desarrollo rural con actividades paralelas y complementarias a las agrícolas. Además se desvincularon las subvenciones a la producción, siendo frecuente incluso el subvencionar la retirada de tierras de las actividades agrarias que tienen excedentes.
En España una parte importante de la de la renta agraria procede de la PAC, pero tras la ampliación a los 28 va disminuyendo. Las ayudas se dan a través de distintos fondos y tiene casi un millón de beneficiarios. Las comunidades más beneficiadas son Andalucía, ambas Castillas y Extremadura.
Las ayudas y la posibilidad de vender en un mercado protegido de 500 millones de habitantes son los beneficios más claros para el estado español. La modernización de nuestro sector agrario está muy vinculada a las subvenciones y directivas comunitarias.
Entre las críticas que ha recibido la PAC desde los intereses agrícolas españoles están: · Se protege más a los cultivos y ganadería típica de la Europa oceánica-continental que al sector horto-frutícola. · Se beneficia en exceso a las grandes propiedades. · Se crean excedentes. · Problemas con las cuotas. · A veces las políticas aplicadas son muy fluctuantes (ejemplo, el olivar).
A nivel internacional se critica la PAC por excesivo proteccionismo, lo que es de difícil armonización con la OMC y sus medidas de liberalización de comercio. También limitaría la posibilidad de desarrollo de países empobrecidos al dificultarles las exportaciones.
4. NUEVOS USOS Y FUNCIONES DEL ESPACIO RURAL.
Hasta mediados del siglo XX la sociedad española fue mayoritariamente rural y la actividad agraria tuvo gran importancia en la producción de la economía nacional. Pero en las últimas décadas la actividad agraria ha evolucionado: se ha modernizado (mecanización, uso generalizado de fertilizantes, productos fitosanitarios…, empleo de semillas y razas seleccionadas, etc.), orientado al mercado, especializado productivamente e integrado en una economía globalizada.
La transformación comenzó a producirse a mediados del siglo XX. Desde entonces la población activa agraria se ha reducido mucho y actualmente supone el 8% del total de la población activa. El principal retroceso se produjo entre 1960-70, sobre todo en Madrid, País Vasco o Cataluña.
Aunque el sector primario ha alcanzado un PIB de 20.000 millones de €, gracias a la mejora de la producción, en el conjunto de la economía española su significado ha ido disminuyendo: Hoy significa menos del 4% del total del PIB nacional.
También ha variado el significado económico de cada subsector. Se ha llegado a una situación en la que el valor de la producción ganadera es superior a la agrícola, lo que es indicativo de una sociedad que demanda más productos ganaderos, carne y leche, que productos agrícolas tradicionales como los cereales.
A partir de los 60 el campo sufre fuertes transformaciones debido a: el éxodo rural, la mecanización, la ampliación del regadío y la aparición de una nueva sociedad rural. Ello se relaciona con fenómenos como la difusión de cultivos industriales, la reducción del barbecho o el incremento de la productividad.
El éxodo migratorio acabó en el mundo rural con un modelo basado en la existencia de una mano de obra abundante y barata y el dominio de los sistemas extensivos.
La mecanización del campo fue clave en el desarrollo del sector. Paralela a ella fue la motorización del medio rural, que supone abandonar la explotación como lugar de residencia.
La ampliación de los regadíos ha sido fundamental en la modernización de la agricultura española al ser base importante del aumento de la productividad. Buena parte de la producción agro-ganadera recae sobre el regadío, eso sí, a costa de un desmesurado consumo de agua.
Como resultado de todo lo anterior se han roto los vínculos entre agricultura, ganadería y explotación forestal y ha surgido una disociación muy grande entre el mundo rural y el urbano.
Todos estos cambios han alterado el concepto y el uso del espacio rural. La influencia que sobre él ejerce ahora lo urbano ha atenuado el contraste campo-ciudad como apreciamos en las áreas periurbanas, donde el antiguo espacio rural acoge hoy segundas residencias, instalaciones industriales, almacenes, infraestructuras, instalaciones recreativas…, etc., que están al servicio de necesidades urbanas.
El espacio rural es por tanto hoy multifuncional y polivalente. Pero también acusa la presión del mundo urbano y es necesario aplicar fórmulas que lo favorezcan a la vez que se conserva el entorno. Para ello es necesario diversificar la economía rural, propiciar nuevos usos y actividades que resuelvan el problema de la temporalidad en el empleo agrario y desarrollar programas integrados de desarrollo rural.
El ingreso de España en la U.E. ha influido decisivamente en los cambios, pues ha supuesto, a través de las políticas comunitarias, la definitiva modernización y el aumento de las rentas agrarias.
Las políticas europeas –en este sentido- procuran fijar a la población en su ámbito rural, apoyar la implantación de nuevas empresas y actividades, dispensar mayor asistencia a las sociedades rurales, conservar el medio natural y potenciar el patrimonio cultural como base para la generación de ingresos.

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