TEMA 12: EL ESPACIO RURAL
1. Los condicionantes de la actividad agraria en España.
El
espacio agrario es el resultado de la acción del hombre sobre el medio natural,
pero en su formación intervienen tanto factores físicos como humanos.
1.1. FACTORES FÍSICOS.
Aquellos relacionados con la naturaleza que
permiten, limitan o condicionan la actividad agraria. Son:
a) EL RELIEVE.
Facilita o dificulta la práctica agrícola, por ello se aprecia una gran
relación entre el mapa de relieve y el de aprovechamientos agrarios. El relieve
condiciona el espacio agrario mediante:
• La altitud. Hace descender la temperatura.
La altura presenta dos dificultades para los cultivos: Aumenta el riesgo de heladas y crea
suelos de mala calidad. Por eso las mejores tierras son las llanuras por
debajo de los 200 m. Sin embargo, sólo el 11% de la superficie española cumple
esa condición, ya que gran parte importante de la Península la ocupa la Meseta,
cuya elevación acentúa la continentalidad.
• La orientación. Las solanas
son mejores para el cultivo que las umbrías,
ya que éstas, al poseer menores temperaturas aumentan el riesgo de heladas.
Igual ocurre con las laderas expuestas al viento, ya que éste extrema las
condiciones térmicas y favorece la evaporación.
• La topografía. Las pendientes pronunciadas producen
problemas para la actividad agraria. Entre ellos:
• De mecanización, ya que dificultan o impiden el uso de maquinaria
agrícola.
• De riego, ya que exigen infraestructuras más complejas y provocan un
desigual reparto de la misma.
• De mala calidad y pérdida de suelo. El agua de arroyada arrastra el
suelo fértil y favorece la erosión.
• De disposición de cultivos: reciben menos radiaciones solares o éstas
se distribuyen irregularmente.
La accidentada
topografía de una buena parte de España propicia la existencia de estos
problemas.
b) EL SUELO Es la capa más superficial del terreno,
formada por materia inorgánica (sales
minerales) y materia orgánica en descomposición o humus. En España los suelos silíceos (tierras pardas, rankers), los
grises y los volcánicos suelen tener poca aptitud agrícola, al contrario que
los pardos calizos, los rojos mediterráneos y las tierras negras arcillosas que
suelen ser buenos para la agricultura. Por otro lado, nuestros suelos sufren problemas como la pérdida de fertilidad derivada de las prácticas agrícolas
intensivas, la salinización y, sobre
todo, la erosión, que provoca el
arrastre y pérdida de materia orgánica.
c) EL CLIMA.
Influye sobre los cultivos a través de temperaturas y precipitaciones, pero
también de vientos, nubosidad y la frecuencia con la que se den fenómenos
atmosféricos adversos como las heladas.
Sobre todo el clima mediterráneo presenta
mucha irregularidad, siendo frecuentes las heladas, olas de calor, sequías…,
que influyen negativamente sobre la actividad agraria. La elevada temperatura y
aridez estival son muy exigentes para las plantas, de ahí que se adoptara la trilogía de cultivos mediterráneos e
impusiese la implantación del regadío
para contrarrestar los efectos de la aridez estival.
d) LA VEGETACIÓN. Protege los suelos de la
erosión, pero a menudo se elimina para ampliar la ocupación agrícola; otras
veces sólo se preserva el sustrato herbáceo para aprovechamiento ganadero o se
hace un aprovechamiento integrado de suelo, pastos y arbolado, dando lugar a
paisajes como la dehesa.
1.2. FACTORES HUMANOS.
Son los responsables de la organización y
usos del espacio agrario, así como de las condiciones económicas, técnicas...,
en las que la actividad se desenvuelve. El espacio agrario también acusa la
influencia de los factores históricos sobre los que se han formado y pervivido
las estructuras agrarias.
a) Condicionantes históricos.
Roma hace la primera ordenación agraria de España,
basada en la trilogía mediterránea y el Latifundio. Posteriormente, los musulmanes darán más importancia al regadío y la producción de frutas y
hortalizas.
La Reconquista y repoblación cristianas iniciarán dos
procesos de claras repercusiones:
1. La coexistencia en el uso
de la tierra de aprovechamientos cerealistas y ganaderos, y 2. Un nuevo sistema de posesión de la tierra, responsable de grandes
desigualdades sociales en el pasado y base de la consideración de la tierra como problema, que estará
vigente hasta mediados del XIX.
b) Condicionantes sociales y económicos.
Propiedad, explotación y régimen
de tenencia son elementos básicos de la estructura agraria. Influyen en la
conformación del paisaje y la forma de ocuparlo y usarlo.
b1 .El régimen de propiedad de la tierra.
La dominante en España es la propiedad privada, con una gran dualidad: muchos pequeños propietarios,
que posee poca tierra, frente a pocos grandes propietarios que concentran
mucha.
A este problema estructural se
añade el del exceso de parcelación: enorme
fragmentación de la tierra en multitud de parcelas que es un inconveniente para
la explotación.
Geográficamente existen
diferencias en cuanto al tipo de
propiedad. El minifundismo es dominante en la mitad norte, Levante y la
franja mediterránea; mientras los latifundios
dominan en el sur.
Este contraste tiene sus raíces
en los procesos históricos de ocupación del territorio y su evolución.
Históricamente existieron tres tipos distintos de propiedad: colectiva,
estamental y particular.
La propiedad colectiva era aquella cuya titularidad correspondía
a villas y municipios. Estas tierras se reservaban para el aprovechamiento
colectivo (bienes comunales), o se
dividían en lotes que se arrendaban a particulares para obtener dinero y
atender las necesidades de la villa (bienes
de propios).
Las tierras de la Iglesia y la
nobleza constituían la propiedad
estamental. Nobles y eclesiásticos no podían enajenar o vender sus
tierras, por lo que se decía que estos bienes estaban en manos muertas, lo que
redundaba en la escasez de tierra para los particulares y su encarecimiento.
Sólo en el siglo XIX se puso fin a esta situación mediante las Desamortizaciones.
La primera, la de Mendizábal, supuso
la incautación de fincas del clero y su venta a particulares. La civil, o de Madoz, supuso la privatización de las
tierras comunales de los municipios españoles.
Las desamortizaciones provocaron
el traspaso de gran cantidad de tierra de propiedad colectiva a manos de
particulares, pero reforzaron la gran propiedad, pues -por lo
general- los compradores fueron grandes propietarios. Además, la
desamortización civil privó a los municipios de su patrimonio comunal.
La abolición del mayorazgo y la supresión
del régimen señorial permitieron que los bienes de la nobleza se
rigiesen por las leyes sucesorias normales y comenzaran a fragmentarse por
herencia, aunque conservando su condición de latifundios.
El resultado de todos estos
procesos fue una concentración notable
de la propiedad y, como los vecinos habían perdido sus tierras públicas y a
finales del XIX la población iba en aumento, creció el número de jornaleros.
La desigualdad en la distribución de la tierra estuvo en la base de la
conflictividad social y de las demandas de reforma
agraria, que el intento de la Segunda República no pudo resolver.
b2.
El régimen de explotación de la tierra.
La explotación agraria –al igual
que la propiedad- también se caracteriza por la dicotomía entre minifundios y latifundios. El Censo Agrario de 2009
indica que más de la mitad de las explotaciones agrarias son minifundios de
menos de cinco hectáreas, y que las explotaciones de extensión superior a 300
hectáreas, representan tan sólo un 1%, aunque concentran una cantidad
considerable de tierra.
Desde los años 60 el número de
explotaciones ha decrecido en un proceso paralelo al éxodo rural, que ha
provocado la desaparición de parte de las más pequeñas y su incorporación a
otras más grandes, razón por la que ha aumentado levemente el tamaño medio de
las explotaciones.
La clasificación de las explotaciones
en minifundios, latifundios o explotaciones de tamaño medio no está del todo
justificado, pues cada vez importa más la rentabilidad económica que el tamaño,
ya que explotaciones muy grandes pueden ser poco rentables y otras de tamaño
medio o reducido pero de carácter intensivo pueden generar grandes ingresos.
b3)
El régimen de tenencia de la tierra.
En cuanto a tenencia de la tierra
distinguimos entre régimen de explotación directa y de explotación indirecta. La explotación directa es aquella en la
que el titular de la explotación es propietario de la tierra. La indirecta resulta cuando el titular de
la explotación y el propietario de la tierra no son la misma persona. En estos
casos, el propietario cede la tierra para su explotación en régimen de
arrendamiento, o aparcería.
El arrendamiento, es un alquiler
y se establece mediante el pago de una renta en metálico o en especie, con
independencia del resultado de la cosecha.
La aparcería es una sociedad, en la que el dueño aporta la
tierra y el aparcero, el trabajo. A veces los gastos se satisfacen a medias y,
siempre, los beneficios se reparten en la proporción establecida.
Estos regímenes tuvieron antaño
gran vigencia, pero hoy se tiende al aumento
de la explotación directa, el mantenimiento del arrendamiento y reducción de la
aparcería, hecho vinculado al éxodo rural.
2. USOS
Y APROVECHAMIENTOS AGRARIOS.
Existe una relación directa entre
los mapas de cultivos y aprovechamientos y los componentes del medio
geográfico, especialmente clima y relieve. Del total de la superficie española,
el 90% tiene utilidad agraria. De ella, más de 1/3 corresponden a superficie de
cultivo.
2.1 Usos agrarios
del suelo
· Las tierras cultivadas se concentran en tres grandes áreas:
las cuencas interiores de la Meseta, las depresiones exteriores y el litoral
mediterráneo. Las depresiones Bética y del
Ebro son de gran aptitud agrícola, siendo la Bética la que presenta mejores
suelos. La franja del litoral
mediterráneo destaca por la importancia económica de sus regadíos y, dentro
de ellos, los cultivos forzados y subtropicales.
· Praderas y pastizales Suponen unos 10 millones de has.,
aunque disminuyendo en las últimas décadas. Están muy relacionadas con el
clima, el relieve y la calidad de los suelos, por eso se extienden por zonas de montaña media y las penillanuras del oeste peninsular. Es la Iberia silícea. Sobre ella
se asienta la ganadería tradicional (ganadería extensiva atlántica, dehesas del
interior…)
· Terrenos forestales.
Suponen unos 19 millones de Has., concentradas en zonas de montaña, debido a que éstas no son aptas para la agricultura, al
abandono de los usos agrícolas tradicionales y a la repoblación forestal. Están
dedicadas al aprovechamiento maderero y otros (caza, espacios protegidos...).
2.2. Cultivos y aprovechamientos.
· Los cultivos extensivos. En cuanto a superficie ocupada
destaca la trilogía mediterránea (Trigo, Olivo y Vid) y la cebada. El trigo ha
dejado de ser el más extendido en beneficio de la cebada. También ha aumentado el
maíz y el arroz (Albufera de Valencia, Delta del Ebro y marismas del
Guadalquivir). Las leguminosas tienen su mayor producción en las dos Castillas,
· Hortalizas.
Destacan en Galicia y Aragón, pero sobre todo en las huertas tradicionales de
Valencia, y Murcia, extendiéndose por Almería con cultivos bajo plástico,
siempre en regadío.
· Cultivos
leñosos. Frutales. Destacan los cítricos, en
Valencia y Andalucía, pero también otros frutales en Cataluña.. El Olivar tiene en Andalucía su mayor
extensión apoyada en las ayudas de la PAC. Se ha incremento el olivar regado. El viñedo se concentra en La Mancha,
pero también en los marcos de La Rioja, Riberas del Duero y del Guadiana,
Montilla-Moriles, Jerez... El almendro
en Andalucía, levante y Aragón.
· Los cultivos industriales. Casi siempre en regadío,
destacan el girasol (Cuenca y Sevilla), la remolacha (Cuenca del Duero y
Sevilla), el algodón en Andalucía y, en menor medida, el tabaco (Cáceres y
Granada)...
· Cultivos forrajeros Presentes
preferentemente en las zonas húmedas por la abundancia de ganadería.
·La ganadería. El modelo actual es de alta productividad. El
ganado bovino abunda en el norte y mitad oeste peninsular. El ovino,
presente en toda la España interior, está revitalizándose como animal de carne.
El caprino, que había tenido un
gran retroceso, se ha recuperado algo en relación con la elaboración de
quesos (mitad sur de la península). El porcino es el más numeroso.
Convive el de la dehesa y el estabulado, destacando Cataluña, Aragón, Murcia,
Badajoz…,. También las granjas de pollos y conejos han prosperado.
· Los
aprovechamientos forestales. Ocupan 16 millones de has., pero
sólo representa el 3% de la producción final agraria, con máximos en Galicia y
País Vasco. Nuestros bosques están muy
degradados, sobre todo por los incendios forestales. De ellos se obtiene madera
(la mitad en Galicia), pasta de papel, corcho. Además: caza, turismo rural. A
menudo los espacios forestales están ligados a espacios protegidos.
3. LA INFLUENCIA DE LA POLÍTICA AGRARIA COMÚN.
La Política Agrícola Común
(PAC) es un instrumento de la U.E. que se centra en la organización y
coordinación de las políticas agrícolas de sus países miembros, así como en
generar subsidios e inversiones para estimular y ayudar al sector agrícola. Para el periodo 2014-2020 se
mantiene su importancia y se deja a cada país un mayor margen para decidir el
reparto de los fondos.
Sus objetivos iniciales fueron: a) Aumentar la productividad. b)
Asegurar un nivel de vida digno a la población agraria. c) Estabilizar los mercados. d)
Garantizar el aprovisionamiento. e)
Asegurar precios razonables a los consumidores.
Posteriormente se hará hincapié en a) el cuidado de medio ambiente, b) sanidad animal y c)
desarrollo rural con actividades paralelas y complementarias a las agrícolas.
Además se desvincularon las subvenciones a la producción, siendo frecuente
incluso el subvencionar la retirada de tierras de las actividades agrarias que
tienen excedentes.
En España una parte
importante de la de la renta agraria procede de la PAC, pero tras la
ampliación a los 28 va disminuyendo.
Las ayudas se dan a través de distintos fondos y tiene casi un millón de
beneficiarios. Las comunidades más beneficiadas son Andalucía, ambas Castillas
y Extremadura.
Las ayudas y la
posibilidad de vender en un mercado protegido de 500 millones de habitantes
son los beneficios más claros para el estado español. La modernización de nuestro sector agrario está muy vinculada a las
subvenciones y directivas comunitarias.
Entre las críticas que ha recibido la PAC desde los
intereses agrícolas españoles están: · Se protege más a los
cultivos y ganadería típica de la Europa oceánica-continental que al sector
horto-frutícola. · Se beneficia en exceso a las
grandes propiedades. · Se crean excedentes. ·
Problemas con las cuotas. · A veces las políticas
aplicadas son muy fluctuantes (ejemplo, el olivar).
A nivel internacional se critica la PAC por excesivo
proteccionismo, lo que es de difícil armonización con la OMC y sus medidas de
liberalización de comercio. También limitaría la posibilidad de desarrollo de
países empobrecidos al dificultarles las exportaciones.
4. NUEVOS USOS Y FUNCIONES DEL ESPACIO RURAL.
Hasta
mediados del siglo XX la sociedad española fue mayoritariamente rural y la
actividad agraria tuvo gran importancia en la producción de la economía
nacional. Pero en las últimas décadas la
actividad agraria ha evolucionado: se ha modernizado (mecanización, uso
generalizado de fertilizantes, productos fitosanitarios…, empleo de semillas y
razas seleccionadas, etc.), orientado al mercado, especializado productivamente
e integrado en una economía globalizada.
La transformación comenzó a
producirse a mediados del siglo XX. Desde entonces la población activa agraria
se ha reducido mucho y actualmente supone el 8% del total de la población activa. El principal retroceso se
produjo entre 1960-70, sobre todo en Madrid, País Vasco o Cataluña.
Aunque el sector primario ha
alcanzado un PIB de 20.000 millones de
€, gracias a la mejora de la producción, en el conjunto de la
economía española su significado ha ido disminuyendo: Hoy significa menos del 4% del total del PIB nacional.
También ha variado el significado
económico de cada subsector. Se ha llegado a una situación en la que el valor de la producción ganadera es
superior a la agrícola, lo que es indicativo de una sociedad que demanda
más productos ganaderos, carne y leche, que productos agrícolas tradicionales
como los cereales.
A partir de los 60 el campo sufre
fuertes transformaciones debido a: el éxodo rural, la mecanización, la ampliación
del regadío y la aparición de una nueva sociedad rural. Ello se relaciona con
fenómenos como la difusión de cultivos industriales, la reducción del barbecho
o el incremento de la productividad.
El éxodo migratorio acabó en el mundo rural con un modelo basado en la
existencia de una mano de obra abundante y barata y el dominio de los sistemas
extensivos.
La mecanización del campo fue clave en el desarrollo del
sector. Paralela a ella fue la motorización
del medio rural, que supone abandonar la explotación como lugar de residencia.
La ampliación de los regadíos ha sido fundamental en la
modernización de la agricultura española al ser base importante del aumento de
la productividad. Buena parte de la producción agro-ganadera recae sobre el
regadío, eso sí, a costa de un desmesurado consumo de agua.
Como resultado de todo lo anterior se han roto los vínculos entre
agricultura, ganadería y explotación forestal y ha surgido una disociación muy
grande entre el mundo rural y el urbano.
Todos estos cambios han alterado
el concepto y el uso del espacio rural.
La influencia que sobre él ejerce ahora lo urbano ha atenuado el contraste campo-ciudad como apreciamos en las áreas
periurbanas, donde el antiguo espacio rural acoge hoy segundas residencias,
instalaciones industriales, almacenes, infraestructuras, instalaciones
recreativas…, etc., que están al
servicio de necesidades urbanas.
El espacio rural es por tanto hoy
multifuncional y polivalente. Pero
también acusa la presión del mundo
urbano y es necesario aplicar fórmulas que lo favorezcan a la vez que se
conserva el entorno. Para ello es necesario diversificar la economía rural,
propiciar nuevos usos y actividades que resuelvan el problema de la
temporalidad en el empleo agrario y desarrollar programas integrados de
desarrollo rural.
El ingreso de España en la U.E. ha influido decisivamente en los
cambios, pues ha supuesto, a través de las políticas
comunitarias, la definitiva modernización y el aumento de las rentas agrarias.
Las políticas europeas –en este sentido- procuran fijar a la población
en su ámbito rural, apoyar la implantación de nuevas empresas y actividades,
dispensar mayor asistencia a las sociedades rurales, conservar el medio natural
y potenciar el patrimonio cultural como base para la generación de ingresos.
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