miércoles, 15 de marzo de 2017

TEMA 15: La industria en España

TEMA 15. LA INDUSTRIA EN ESPAÑA
1.      El proceso de industrialización y sus principales etapas.
1.1. Los antecedentes de la industrialización en la primera mitad del XIX
La industrialización española fue lenta y tardía debido a la conjunción de los siguientes factores negativos: ·La escasa producción energética (carbón) ·La carencia de tecnología propia, que hubo de importarse ·La falta de inversores nacionales ·La deficiente red de comunicaciones y ·Un excesivo peso de lo rural: el 70% de la población activa trabajaba era agraria, su nivel económico era bajo y –por tanto- no existía un mercado interior que demandase productos manufacturados.
Además, España vivió a principios del XIX hechos muy perjudiciales para su economía como la Guerra de la Independencia, la emancipación de las colonias americanas o las guerras carlistas. Pese a ello aparecieron los primeros núcleos industriales: Altos hornos en Marbella  y Vizcaya y las fábricas textiles Catalanas.
1.2 .Los inicios del despegue industrial en la segunda mitad del siglo XIX.
En la segunda mitad del XIX la industrialización avanzó bajo un sistema proteccionista, pero marcada por la  ausencia de una burguesía emprendedora  y con una gran dependencia tecnológica y financiera de otros países. Su avance era lento y con escasos focos y estuvo muy orientada hacia los bienes de consumo. Los sectores más importantes fueron el siderometalúrgico y el textil, concentrados en torno a Vizcaya, Barcelona y Madrid, mientras en puntos del interior se desarrollaba una industria de base agraria.
También ahora se tendió una amplia red ferroviaria, en gran parte construida y explotada por empresas extranjeras, e incluso con material importado, pues nuestra industria producía poco acero.
Esta red estuvo al servicio de la explotación minera del país por empresas británicas, francesas, belgas..., que aprovecharon las facilidades dadas por Ley de Bases de la Minería (1868), con la que España se convirtió en un país exportador de minerales metálicos sin capacidad para aprovecharlos en beneficio propio. Éramos el primer país productor de hierro, que se exportaba en gran parte a Gran Bretaña desde Bilbao, y los barcos pronto aprovecharon el retorno para importar carbón, favoreciendo a la industria siderúrgica vasca en detrimento de la malagueña y asturiana, que no pudo hacer frente a su competencia.
1.3. El crecimiento industrial hasta la Guerra Civil (1900-1939)
Durante el primer tercio del siglo XX, la industria española se afianzó gracias a la protección arancelaria y se consolidaron sectores como el metalúrgico, el textil o el químico, gracias a hechos positivos como: la repatriación de capitales tras la pérdida de las colonias y los beneficios comerciales derivados de la I Guerra Mundial, que permitió el incremento de las exportaciones agrarias e industriales a Europa.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, se impulsó la construcción de obras públicas, particularmente de carreteras, que ayudó a mejorar la conexión de los mercados interiores, mientras las empresas extranjeras abandonaron la explotación de nuestras agotadas minas. Pero la industria seguía acusando el retraso y la dependencia de Europa, mientras el mapa industrial mantenía los mismos focos iniciales, de modo que empezaron a manifestarse claros desequilibrios territoriales.
1.4. La reconstrucción industrial de la posguerra (1940-1959)
La Guerra Civil truncó la fase expansiva de nuestra industria. A su fin, y en el contexto de la II Guerra Mundial, el aislacionismo y la autarquía, hubo que poner en práctica de una nueva política industrial. Así, en 1941 se creó el Instituto Nacional de Industria (INI), que con una fuerte participación de capital estatal impulsó sectores básicos como la siderurgia, naval, petroquímica…
A partir de 1950 se logró una cierta recuperación en los niveles de renta del país. Los acuerdos con EE.UU. (1953) y el ingreso en la ONU (1955), pusieron fin al aislamiento y España se integró gradualmente en la economía internacional, al tiempo que comenzaron a llegar capitales extranjeros.
La nueva estructura industrial era claramente dual: Por un lado las grandes empresas de capital público (HUNOSA, ENSIDESA...) orientadas a producir bienes de equipo; y por otro la pequeña y mediana empresa de capital privado, dedicado a las industrias de transformación y de bienes de consumo.
Territorialmente la política industrial favoreció la consolidación industrial de Cataluña, País Vasco y Madrid en detrimento de otras regiones que permanecieron en el subdesarrollo industrial.
Ante las carencias de este modelo industrial, a partir de 1959 se abordó el desarrollo industrial y económico siguiendo las directrices del denominado Plan de Estabilización.
1.5. El impulso industrializador de los años 60: Los Planes de Desarrollo
Entre 1959 y 1975 se produjo un enorme crecimiento económico (el PIB creció anualmente en torno al 7%) ante la llegada de capital extranjero y la instalación de grandes empresas multinacionales, a la vez que España se beneficiaba con las divisas que aportaban turistas y emigrantes, empleadas en la compra de petróleo, la importación de bienes industriales y la nivelación de la balanza de pagos.
El estado puso en marcha los Planes de Desarrollo e intentó difundir la industria mediante los Polos de Desarrollo y Promoción, entre los que destacaron los de Huelva, Córdoba, Granada o Burgos. Estos no dieron los resultados previstos y el desarrollo industrial volvió a localizarse en las regiones con mayor tradición industrial y sus áreas adyacentes, lo cual agravó los desequilibrios regionales: Por un lado los espacios más industrializados (Cataluña, País Vasco y Madrid), concentraron las inversiones multinacionales, y, por otro, la Meseta, Galicia, Extremadura y Andalucía, que mostraban una gran debilidad industrial. De hecho, el modelo industrial del franquismo acentuó las diferencias entre regiones ricas y pobres, favoreciendo la emigración, lo que incrementó aún más los propios desequilibrios.
La industria española se diversificó, aunque siguió acusando los efectos negativos de la dependencia tecnológica, las importaciones y una inadecuada estructura empresarial.
1.6. Crisis y reestructuración de la industria española.
En 1974 España era la 10ª potencia industrial del mundo, pero el encarecimiento de la energía, causada por la Crisis del Petróleo de 1973, incrementó nuestros costes de producción y provocó una severa crisis industrial. Las causas de la misma pueden catalogarse de externas e internas.
Respecto a las externas, la principal fue el encarecimiento de los precios del petróleo ante la dependencia energética de nuestro país y el incremento del consumo de petróleo. Igualmente, contribuyeron otros factores, como el incremento de la competencia por la aparición de nuevos países industriales o el agotamiento del anterior modelo industrial y del ciclo tecnológico, que dio paso a una nueva fase caracterizada por nuevos sectores industriales ligados al desarrollo de nuevas tecnologías (electrónica, etc.)
Entre las causas internas están la debilidad causada por la dependencia energética y tecnológica, el minifundismo industrial, el endeudamiento, los desequilibrios territoriales, etc. A lo que hay que añadir la complicada situación política: final del franquismo e inicios de la transición democrática. Esto retrajo las inversiones, acentuó la caída de la productividad (huelgas) y explica la tardanza en adoptar soluciones.
La respuesta a la crisis fue la reestructuración de la industria. En 1984 se adoptan medidas en una doble dirección: reconversión de los sectores industriales más afectados por la crisis y reindustrialización, es decir, recomposición del tejido industrial en las zonas donde éste había resultado especialmente dañado.
La  reconversión industrial se centró en los sectores más tradicionales: siderurgia, naval, textil, etc. Se pretendía racionalizar la producción, adecuar el tamaño, modernizar tecnológicamente… Afectó a las grandes empresas del INI, sobredimensionadas para nuestras necesidades y posibilidades de exportación y que acumulaban enormes pérdidas a cargo del Estado. A la vez se apostó por los sectores más dinámicos: automoción, química, agroalimentarias...
La reconversión disparó el paro al desaparecer muchos empleos debido a las reducciones de plantilla. Par paliar el problema se desarrollaron los planes de reindustrialización con la creación de las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR). Se pretendía recomponer el tejido industrial pero no dieron los resultados esperados, pues volvieron a concentrar la inversión y agravaron los desequilibrios.
1.7. La industria tras el ingreso en la Comunidad Económica Europea.
A partir de 1991 asistimos a una nueva reconversión industrial, impuesta por Europa tras nuestra entrada en la C.E.E. en 1986. Sin embargo, los efectos económicos positivos de esta entrada paliaron sus efectos.
Desde entonces la política industrial española sigue sus directrices. A cambio se eliminaron las ayudas estatales, se produjo el desarme arancelario (librecambismo, Europa sin fronteras) y se inició una política de privatizaciones de empresas estatales. (Gas Natural, Telefónica, Tabacalera, Endesa, Repsol…)
La política comunitaria pretende priorizar el fomento de la investigación, promoviendo los programas de Investigación + Desarrollo (I+D) o I+D+I (Investigación + Desarrollo + Innovación), las inversiones en formación de mano de obra e innovación, la ayuda a pequeñas y medianas empresas, la creación de centros comunes de investigación, etc.
2.     Factores de la actividad industrial.
Los factores que condicionan la actividad industrial son: materias primas y fuentes de energía.
2.1 .Las materias primas.
La industria es el proceso de transformación de las materias primas en productos elaborados o semielaborados aptos para ser utilizados en nuevos procesos industriales. Las materias primas, junto con las fuentes de energía, han sido factor clave de localización industrial y se clasifican según su origen:
a) De origen mineral. Se concentran en yacimientos y su extracción se realiza en canteras o minas. Encontramos cuatro grandes grupos:
-Minerales energéticos: se tratan como fuente de energía (carbón, uranio...).
 -Minerales metálicos: se destinan a industrias metalúrgicas, químicas y de transformación. (hierro, cobre, oro, plata, cinc ....). Yacimientos ubicados en el zócalo paleozoico y los rebordes alpinos.
-Minerales no metálicos: (cuarzo, caolín, baritina...). Usados en la construcción y la industria química. España es exportadora, aunque su precio es menor que el de los minerales metálicos.
-Rocas industriales: se explotan en canteras (mármoles, granitos, pizarras) Se localizan según el mapa litológico. Se destinan a la construcción y su extracción tiene un gran impacto ambiental.
b) De origen orgánico. Entre ellas encontramos:
-Materias primas de origen animal o vegetal: lana, carne, pescado, leche, aceituna, girasol..., algunas de ellas han tenido mucha importancia en la industria española (agroindustria).
-Materias primas de origen forestal: (madera, corcho, resinas…) Abastecen parte de la demanda de madera, de la que España es deficitaria.
2.2. Las fuentes de energía.
La energía es la fuerza que se convierte en trabajo mecánico para transformar las materias primas. Las fuentes de energía se clasifican en: renovables; se obtienen de fuentes naturales inagotables al ser capaces de regenerarse por medios naturales, cuyo uso no compromete su existencia, y no renovables, aquellas cuyo uso conlleva su desaparición ya que sus reservas son limitadas.
Según su potencialidad, las clasificamos en primarias, las que contienen energía que no puede usarse directamente sino que es desprendida cuando se transforma (carbón, petróleo, uranio,...) y secundarias que se manifiestan en forma de luz, calor, electricidad,... y proceden de la transformación de la primaria.
El carbón fue básico en la primera Revolución Industrial. Es abundante en las cuencas sedimentarias de la Era Primaria (Carbonífero). En España se localiza en la cordillera Cantábrica (Asturias, León, Palencia); Sierra Morena (Peñarroya-Pueblonuevo) y Sistema Ibérico (Teruel).
Durante el siglo XIX su extracción y consumo aumentó ayudado por el proteccionismo que le defendía de la competencia de otros países. En el XX, dada su insuficiencia, se recurre al petróleo pero en 1973 su uso se reactiva por la crisis del petróleo.
El petróleo es la primera fuente de energía, al ser la base de la automoción, la calefacción, producción de electricidad... Es la de mayor peso en el sistema energético español. Las condiciones geológicas de España no favorecen su presencia pero se han encontrado pequeños yacimientos en Burgos (Ayoluengo), Tarragona (Amposta), Valencia... y se hacen prospecciones en el Golfo de Cádiz y Canarias.
El uranio Se encuentra en las penillanuras occidentales de la Meseta, Badajoz, Salamanca… Se utiliza como combustible en centrales nucleares pero necesita un enriquecimiento previo que hay que hacer en EE.UU. o Francia, lo que nos hace dependientes en energía nuclear, aunque esta fue la segunda fuente de generación de energía eléctrica del país en 2011, con un 21% de la producción.
En 1984 se decidió suspender temporalmente la puesta en marcha de nuevas centrales nucleares (motivos de seguridad y problema de residuos) Es lo que se llamó moratoria nuclear. Debido a esto la factura eléctrica incluye un canon o sobrecargo destinado a compensar a las grandes compañías eléctricas por los gastos que realizaron para iniciar la construcción de centrales que no se llegaron a concluir
El gas natural es una energía limpia y barata. España inicia el consumo de gas en 1969. Nuestro país produce poco gas (Vizcaya, Marismas de Huelva...) por lo que tiene que importarlo de Argelia, Nigeria, Libia… y el Este de Europa a través de una red de gasoductos.
La energía hidráulica es una energía renovable pero su aportación depende de las precipitaciones anuales. El agua de cada cuenca depende del clima, por lo que el máximo potencial energético está en el Norte y el mínimo en el Sur y Este. Supone en torno al 18% de la producción de energía eléctrica.
La energía eólica aprovecha la fuerza del viento para obtener electricidad. Los aerogeneradores se encuentran por gran parte de la geografía española, superando en producción a la energía nuclear. España es, junto a Alemania, líder mundial en investigación, desarrollo y producción de este tipo de energía, siendo capaz de cubrir más de la 1/5 parte de la demanda de energía eléctrica en España.
La solar se aplica a la producción de calor o electricidad con dos modelos de producción: termosolar y fotovoltáica. Actualmente se encuentra en una fase avanzada de investigación y desarrollo, siendo España el cuarto país del mundo en tecnología solar, aunque de momento apenas cubre el 3% de la demanda energética. La reciente suspensión de subvenciones a esta energía no ayuda a su desarrollo.
La energía por biomasa es obtenida por la combustión de residuos agrarios, forestales o industriales. La geotérmica, proporciona energía calorífica mediante el aprovechamiento del calor del interior de la Tierra. Se utiliza para calefacción. Finalmente, la energía maremotriz, utiliza la fuerza de las mareas. Tiene potencial en la Costa Cantábrica, Gallega y Canarias.
3.     Principales sectores industriales.
Las actividades industriales se agrupan en torno a sectores que se identifican por la naturaleza u origen de las materias primas utilizadas o por el destino final de los bienes producidos. Según el volumen y peso de las materias primas utilizadas o la energía necesaria para transformarlas distinguimos entre industrias pesadas (siderurgia, petroquímica…) y ligeras (agroalimentarias, textil…).
Pero la clasificación más útil sitúa a las industrias en tres niveles según el destino de su producción. A saber:
Industrias de base. Transforman las materias primas en productos semielaborados que, a su vez, son empleados como materia prima por otras industrias. Ejemplos: la siderúrgica y la química pesada.
 Industrias de bienes de equipo. Encargadas de producir máquinas industriales o medios de transporte de gran tonelaje: maquinaria industrial, astilleros, material ferroviario, maquinaria agrícola, etc.

Industrias de bienes de uso y consumo. Elaboran productos que pueden venderse directamente a los consumidores. Son muy variadas, destacando la textil y calzado, agroalimentarias, electromecánicas...

Asimismo, los sectores industriales se agrupan según su antigüedad o grado de actualización. Así distinguimos entre los sectores tradicionales, los sectores dinámicos y los sectores de vanguardia.
3.1. Sectores industriales tradicionales.
Entre ellos incluimos los que iniciaron el proceso de industrialización, relacionados con el metal y el textil.
La METALURGIA BÁSICA, por impulsar o ser base de otros sectores –como la minería–, por su dimensión económica y generación de empleo, es uno de los principales sectores de la industria. En ella distinguimos:
· La siderurgia en sus dos modalidades: la siderurgia integral, que obtiene acero en los altos hornos a partir de mineral de hierro, y la no integral, que lo obtiene en hornos eléctricos a partir de la refundición de la chatarra. La primera se consolidó en el País Vasco, para luego extenderse, impulsada por la creación de acerías públicas del Instituto Nacional de Industria (INI), al Mediterráneo (Altos Hornos del Mediterráneo) y Asturias (Ensidesa). Pero su tamaño en relación a las necesidades españolas originó su crisis y posterior reconversión. La no integral, en cambio, posee una estructura empresarial de menor tamaño. Su implantación abarca a Navarra, Asturias y Cataluña.
· Muy relacionada con la siderurgia está la industria de transformados metálicos, que fabrica una amplia gama de productos desde ferretería hasta maquinaria. Va asociada a la pequeña y mediana empresa y tiene mayor difusión espacial, aunque se localiza preferentemente en País Vasco, Cataluña y Madrid.
Mucho más reciente en el tiempo es la rama de electrodomésticos, que por la naturaleza de los componentes que utiliza está ligada con las industrias metalúrgicas. Su expansión fue paralela a las transformaciones de la sociedad en los años 60, a la adopción de nuevas fuentes de energía para uso doméstico (gases butano, propano y natural) y a la generalización de la industria del frío. En principio, fue una industria muy atomizada en empresas de tamaño medio, aunque después sería reestructurada mediante procesos de concentración industrial.
La construcción naval. En origen fue heredera de la vieja carpintería de rivera que tenía la madera como materia prima. Hoy en los astilleros el material utilizado en la construcción de buques es el acero.
Por iniciativa del INI se construyeron grandes astilleros en enclaves significativos del litoral (Ferrol, Cádiz). Fueron grandes empresas públicas (Astano, Empresa Nacional Bazán) especializadas en la construcción de petroleros y graneros, con las cuales España ocupó un lugar de privilegio en la lista de países constructores.
Además, existen empresas de menor tamaño dedicadas a la construcción de barcos de pesca o de recreo.
La crisis del petróleo afectó a la industria de construcción naval: por un lado, se evidenciaron las deficiencias estructurales de nuestros astilleros, por otro, el encarecimiento del crudo obligó a transportarlo en barcos de tonelaje medio. A partir de 1990 descendió la construcción de barcos y se aplicó una dura reconversión industrial que generó desempleo, cuyos efectos sociales trataron de paliarse con incentivos y concesión de zonas de urgente reindustrialización (bahía de Cádiz).
Los sectores de la INDUSTRIA TEXTIL, DEL CUERO Y DEL CALZADO son, igualmente muy importantes en el tejido industrial español. La industria textil catalana constituyó uno de los pilares de la industrialización, aunque más tarde experimentó cambios profundos, unos relacionados con la sustitución de las fibras orgánicas (lana, algodón) por las de origen químico, y otros relacionados con la concentración empresarial, al concentrarse muchas pequeñas fábricas en unidades de producción más grandes y competitivas.
La industria de la confección es una rama derivada de la industria textil que surgió a medida que la población demandaba confecciones en lugar de tejidos. Está formada por multitud de pequeñas industrias que, al igual que en la industria del calzado, están muy dispersa, aunque dominan en la zona mediterránea.
3.2. Sectores industriales dinámicos.
Otros sectores industriales, como los de automoción, químico y agroalimentario, presentan un mayor dinamismo, gracias a su condición de abastecedores de productos imprescindibles en el funcionamiento de la propia sociedad industrial. Por lo general, son actividades con un alto componente tecnológico, que requieren grandes inversiones, capital multinacional y grandes instalaciones fabriles.
El sector del automóvil se desarrolló en España en la década de 1960, siendo entonces uno de los impulsores del crecimiento económico. Prosperó bajo la protección estatal y al amparo de las inversiones realizadas por grandes marcas multinacionales y por el INI, que valoró su gran influencia directa en la economía  y su capacidad de activar las numerosas empresas auxiliares de las que recibe componentes.
España cuenta con importantes plantas de fabricación de automóviles distribuidas por toda la geografía nacional (Madrid, Martorell –Barcelona-, Vigo, Valencia, Valladolid, Zaragoza…) y es uno de los sectores exportadores de nuestra economía. El sector también sufrió los efectos de la reconversión, centrada en el saneamiento técnico y financiero, el cual fue posible con el concurso de inversiones extranjeras y estatales.
El sector químico constituido por la industria petroquímica y la química de transformación. La primera desarrolla la química de base en grandes complejos industriales, por lo general asociados a las refinerías de petróleo (Huelva, Algeciras, Cartagena, etc.) Es tributaria de grandes capitales, por lo común extranjeros.
La industria química de transformación obtiene productos diversos, como pinturas, fertilizantes, etc., que se elaboran en establecimientos fabriles de mucho menor tamaño.
La química tiene un alto grado de dispersión espacial, aunque su localización preferente coincida con las regiones más industrializadas del país: País Vasco, litoral catalán y área metropolitana de Madrid.
El sector agroalimentario ha irrumpido con fuerza en las sociedades modernas. Es un sector que se caracteriza por la diversidad en cuanto a la naturaleza de los productos, los procesos de transformación, la estructura empresarial, la distribución geográfica, etc. En general predominan las fabricas pequeñas y medianas, enclavadas en su mayoría en las áreas de regadío, aunque también existen grandes empresas multinacionales, con presencia muy importante en ramas como los derivados lácteos, el aceite, azúcar, etc.
3.3. Sectores de vanguardia.
A la vanguardia de la industria y con una clara proyección de futuro se hallan los sectores de tecnología punta, que aportan descubrimientos, nuevos materiales, sistemas y medios para mejorar la producción industrial. Se trata de un sector cuyo desarrollo ha sido impulsado por la Administración, pues es completamente imprescindible para los restantes sectores industriales.
Su importancia radica en la inusitada importancia que ha alcanzado la tecnología en el mundo contemporáneo, donde el valor de los bienes industriales no procede tanto de sus componentes materiales como en el de los tecnológicos.
En energías renovables, España es, sin duda, líder mundial, siendo importantes las empresas dedicadas a las infraestructuras de transporte, extracción de crudo, tecnologías de la información y las comunicaciones, telecomunicaciones por satélite, sector aeronáutico o hemoderivados.
Las principales industrias se localizan en Madrid, Barcelona, zona de Levante, Sevilla, Málaga, Zaragoza…
4.     Distribución geográfica de la industria en España.
La industria española ha tenido una tendencia muy acusada a la concentración en áreas determinadas. Este fenómeno se debió, en principio, a la disponibilidad de materias primas y fuentes de energía como factor de localización industrial. Más tarde se fueron seleccionando las zonas según sus ventajas comparativas. Se consolidó así un modelo de ocupación industrial polarizado en el País Vasco, Cataluña y Madrid que, a medida que iban creciendo, atraían nuevas empresas que se beneficiaban de la proximidad a otras industrias, de la concentración de la demanda, de la dotación de servicios e infraestructuras, etc.
Este modelo alcanzó su plenitud entre 1965-1975, cuando se concentró el mayor crecimiento industrial en las áreas metropolitanas más grandes. A ello se unieron los efectos de los Planes de desarrollo, que favorecieron la implantación y desarrollo de las grandes multinacionales del sector químico y automovilístico, y la reconversión industrial, que volvieron a concentrar las inversiones en estos espacios.
El modelo comenzó a variar en los años 80 al aparecer problemas como el encarecimiento del suelo industrial, déficit de  infraestructuras, etc., frente a los cuales se ofrecía como solución la descongestión industrial y la búsqueda de nuevos emplazamientos. A ello ayudaron la mejora generalizada de los sistemas de transporte y comunicaciones y las medidas de atracción industrial aplicadas por los gobiernos regionales. Todo esto supuso la mayor difusión espacial de la industria.
En el nuevo mapa industrial de España se advierten las siguientes características:
a) Consolidación de Madrid y Barcelona como centros neurálgicos de la industria Española. Sus respectivas áreas metropolitanas han consolidado una potente y diversificada industria que en los últimos años ha experimentado dos tendencias opuestas: por una parte, la crisis y la reconversión de importantes sectores industriales y, por otra, la revitalización de sus tejidos industriales a partir de la instalación de establecimientos dinámicos y de sectores de alta tecnología.
b) Declive de los espacios tradicionales de la industria española, particularmente los situados en la cornisa cantábrica, que se hallan en proceso de retroceso, a consecuencia de la crisis que afectó a los sectores tradicionales de su industria (metalurgia, petroquímica, naval) y cuya caída ha afectado muy negativamente a las pequeñas y medianas empresas relacionadas con ellos. El declive ha afectado a Asturias, a Cantabria y, con especial intensidad, al País Vasco.
c) Espacios industriales en expansión, entre los que destacamos las áreas periurbanas y los ejes de desarrollo. En las áreas periurbanas de numerosas ciudades se han consolidado áreas industriales al amparo de la proximidad a los mercados y los centros de distribución, las facilidades para adquirir suelo industrial, la situación estratégica de las vías de comunicación, etc. Estas instalaciones forman franjas o coronas que concentran industrias diversas en un espacio intermedio entre ciudad y espacio rural.
Los ejes de desarrollo son el resultado de los procesos de difusión espacial de la industria a lo largo de corredores que comunican áreas industrializadas; los más dinámicos son el eje del Ebro y el eje del Mediterráneo. El primero aprovecha los beneficios geográficos de su situación entre el País Vasco y Cataluña, y su buena accesibilidad a la Meseta. El eje Mediterráneo, desde Girona hasta Murcia, acoge una industria muy diversificada que se beneficia del amplio mercado que le proporciona la altas densidades de población en el litoral. Además de estos dos ejes, hay otros interiores, igualmente dinámicos, como el del Henares, que se extiende desde Madrid hacia el norte. En cuanto a los ejes regionales secundarios, son buenos ejemplos los de Ferrol-Vigo, Palencia-Valladolid, del Guadalquivir, etc.
d) Los espacios de industrialización escasa se corresponden con las zonas interiores de la Península y algunas periféricas. En primer lugar, los espacios que fueron objeto de industrialización inducida como Zaragoza, Valladolid, Burgos y Huelva-Cádiz-Sevilla; pero también grandes espacios como Castilla-La Mancha o Extremadura de gran escasez industrial por su baja densidad de población y la falta de tradición industrial.

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